martes, 15 de junio de 2010

QUE ES LO QUE REALMENTE HACE FELICES A LAS PERSONAS


¿ Cuál es el fundamento de que la vida merezca ser vivida?

Dejarse fluir es aceptar los cambios.

Cuando algo no sale como esperábamos solemos entrar en desesperación.

Esta no es una respuesta sana ni de amor, si tenemos en cuenta que muy pocas veces las cosa se dan como las pensamos.

Si aprendemos a fluir, seremos capaces de encontrar las oportunidades allí donde se producen los cambios.

Al fluir tenemos una vida sin angustias y con la mente abierta a encontrar nuevos caminos.

Muchas veces nos encontramos frente a encrucijadas que, simplemente, no sabemos como resolver.

Puede ser que recibamos una oferta laboral que no nos termina de convencer y nos coloca ante la difícil situación de decidir que hacer.

También puede pasar lo mismo con los sentimientos, a veces deseamos estar con alguien, pero nos sentimos imposibilitados de hacerlo ya.

Al fluir, centramos nuestra energía hacia objetivos más elevados y de mayor plenitud que nos parezcan realizables en cada momento.

Vemos que la vida es básicamente buena, pródiga y alegre y que lograr lo que queremos sin tensiones ni luchas es parte de un derecho innato derivado del simple hecho de vivir.

Imaginemos que la vida es un río.

La mayoría de la gente se acerca a la orilla, temerosa de soltarse y arriesgarse a ser arrastrada por la corriente.

En un determinado momento, todos debemos estar dispuestos a soltarnos, confiando en que el río nos lleve sanos y salvos.

Cuando experimentamos un cambio inesperado, es normal que nos quedemos descolocados, sin saber que hacer.

Sin embargo, ese lapso de confusión no debería durar mas que unos pocos minutos.

Al instante debemos preguntarnos cual seria la mejor forma de aprovechar el cambio, de que manera podemos construir sobre lo que no pudo ser.

Transformar y avanzar nos lleva al concepto de serendispidad. Estos es la capacidad para realizar descubrimientos ante lo inesperado.

Aumentar nuestro grado de serendispidad es un aspecto clave para aprender a improvisar y dejar que las cosas fluyan.

Lo que nos tenemos que preguntar es como podemos aprovechar al máximo las circunstancias cambiantes para acercarnos, no importa de que manera, a los resultados que esperábamos.

Esa es la clave de cualquier éxito.

Aprender a fluir, también tiene que ver con aprender a esperar.

Si no confiáis en que todo lo que sucede es lo mejor que nos puede suceder, nos dejaremos atrapar por el decorado y nos convertiremos en actores que se han creído su papel.

Fluir es conectarse con la Fuente, con nuestra verdadera esencia, y de ahí la necesidad de permitir que esa conexión llegue a nuestras vidas.

Si nos empeñamos en seguir manteniendo el control, si nos enfrentamos a todo cuanto nos sucede como si se tratase de un castigo o de una penitencia, nos desconectaremos del fluir.

Entraremos en la corriente de la desconfianza, la que nos lleva lejos de nosotros mismos, de quienes somos realmente.

Todo cuanto nos sucede está bien y forma parte del plan general del que todos formamos parte.

Confiar, abandonar el control, abandonar la lucha, fluir.

Todas ellas son directrices de un mismo camino: el camino de regreso al hogar, a la Fuente de la que todos partimos.

“Antes de vestir tu cuerpo de blanco, ilumina tu alma”



Gracias karmen.

Fuente: http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2010/06/que-es-lo-que-realmente-hace-felices.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+blogspot%2FtRah+%28Meditaciones+en+el+Mar+Rojo%29
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Hijo de la luz


Quiero verte de pie y con el rostro bien alto, resplandeciente. El
universo aguarda que manifiestes todo tu potencial. Tu núcleo porta
el fuego del espíritu. Quebrá el maleficio. Trascendé los
pensamientos negativos, que te perturban y acorralan. Recobrá tu
fortaleza interior. Sos libre. El viento clama que abras tus alas. Una
omnipresente frecuencia te abraza y vivifica. Escuchá la voz de tu
corazón. Sos más que un simple cuerpo. Sos hijo de la luz.

Percibís la vibración. Se te eriza la piel. Tu espíritu implora
que escuches este mensaje. Me pediste que te lo recuerde cuando
llegara el momento preciso: encarnaste para manifestar, a través de
tus dones y talentos, espacios de amor y consciencia que le devuelvan
al hombre su dignidad. Tu misión es nivelar hacia arriba, centrado en
tu esencia. Viniste a que la Tierra recupere la magia y el encanto.

La luz te convoca. Levantá tus brazos bien alto, que otros
reaccionen al ver tus manos orientadas hacia el Sol. Es necesario
acrecentar el caudal de confianza en que el cambio es posible y
necesario. Permanecé atento. Tus puntos más sensibles pueden ser
tocados, de manera sutil, de modo que te sea muy difícil reconocer
que el objetivo es ponerte de rodillas, para que no alientes a que
otros despierten.

Cuanto más se acercan los tiempos de definiciones, más caótico se
vuelve el entorno a través de la confusión y la desesperanza. Que la
envidia, el resentimiento, la violencia, la tristeza y el desgano no
te atrapen. Se fiel a tu naturaleza interna. No dejes que cierren tu
corazón. Mantenelo siempre abierto y vibrante, es la puerta hacia un
mundo más humano.

Respirá bien profundo. Liberá la pesadez. Dejá que tu alma se
recargue de optimismo y que tu cuerpo recupere la armonía. Nunca
olvides que estás acompañado. Sentí lo que sucede… Una energía,
amorosa y cristalina, desciende y te envuelve, dulcemente, porque te
ama. Antes de despedirse te susurra al oído, de manera clara y
sincera: “tenelo siempre presente, sos hijo de la luz”.

Julio Andrés Pagano
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